Fin por fin
Terminó este infierno futbolístico. Deportivamente hablando,
un año horrible, con 12 meses muy largos e interminables semanas llenas de
domingos tristes e insoportables. Ya nos hemos despedido de este suplicio y
espero que para no volverlo a ver, porque no lo hemos merecido la verdad. Como
aficionada cadista no recuerdo una temporada peor en mi vida. Que cada fin de
semana me tuviera casi autoconvencer para ir al Carranza con argumentos tan
insostenibles como “hay que estar en las buenas y en las malas” ha sido un
reto, un objetivo que he tenido que superar, porque esta enfermedad llamada
cadismo se lleva muy dentro.